Soy una gran apasionada y defensora de la inclusión, que ha dedicado más de 10 años de su vida a ayudar a niños con diferentes patologías. La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 supuso un reto global y especialmente en el sector educativo. Ante esta situación, constaté que mis pacientes y alumnos integrados, así como mis sobrinas pequeñas e hijas de amigas que no presentaban ninguna patología de base, mostraban dificultades para comprender y asimilar diferentes contenidos impartidos por los docentes. Muchos de estos niños recurrieron a clases particulares o los propios padres tuvieron que asumir el rol docente. Por ello, me dediqué a crear contenidos digitales e interactivos que captaran el interés de todos los niños y que facilitaran el aprendizaje de los contenidos de forma lúdica, práctica y enriquecedora.
Lo que me caracteriza como profesional es mi pasión por mi trabajo. Frente a la situación de la pandemia del COVID-19, decidí reinventarme y adaptarme a nuevas modalidades de educación, y para eso me formé en todo lo relacionado con actividades interactivas para involucrar a todos los niños y especialmente a mis pacientes en las sesiones virtuales. Asimismo, empecé a crear contenidos interactivos para que todos ellos pudieran disfrutar de los mismos de una forma más divertida y dinámica.
A partir de mi experiencia en la inclusión de niños con diversas patologías y mis habilidades en la psicopedagogía clínica, he desarrollado mi primer libro digital interactivo: “LA TIERRA DE YHARI 1”. Se trata de un libro para todos los niños en etapa preescolar, entre cuatro y cinco años de edad, que contiene más de 100 actividades interactivas que se pueden realizar en una computadora, tablet o teléfono celular. Las actividades están creadas para estimular la atención y la memoria de los niños mediante interacciones visuales y auditivas, adaptándose a sus variados ritmos y necesidades de aprendizaje.
Mi propósito es ofrecer una herramienta lúdica y pedagógica que favorezca el desarrollo integral de todos los niños, incluso de aquellos con patologías de base. Estoy muy orgullosa de mi primer libro digital interactivo, y espero que sea de utilidad y agrado para los padres, docentes, psicopedagogos, psicólogos infantiles y todos los profesionales que trabajen con la educación. Este es solo el primero de una serie de libros que irán aumentando en complejidad, y estoy entusiasmada por seguir creando más contenidos interactivos en el futuro. ¡Gracias por leer mi historia!
Empecemos por el principio. Mi nombre es Laura y si bien nací en Salta capital, desde mis primeros meses viví en Cafayate, una ciudad pequeña a 180 kilómetros de la capital. Tuve una infancia muy feliz con mis padres, hermanos, tíos, primos y mi abuela materna. A los 10 años de edad, en 1994, empecé a enfermarme muy seguido: gripe, neumonía, angina. Mi pediatra, en una de las tantas veces que caí enferma y viendo que cada vez que me enfermaba me costaba mucho respirar, sugirió que me hiciera una serie de estudios. Fue así como viajé con mi mamá a Salta para saber qué es lo que realmente hacía que me enfermara tan seguido. Cuando mi pediatra vio la tomografía de pulmón se encontró con una mancha, y luego de realizarme varios tratamientos decidió que volvamos a viajar a Salta para consultar con un neumólogo. En la ciudad me vio un equipo de médicos: pediatra y neumólogo y me realizaron varios otros estudios, advirtiendo que la mancha que vio mi pediatra de Cafayate era un tumor en el pulmón derecho y que aparentaba estar en la parte inferior del mismo. Programaron una cirugía que iba a ser sencilla y rápida, pero terminó siendo una operación de más de 13 horas con un equipo de 8 médicos. En medio de la intervención se encuentran con que el tumor era mucho más grande de lo previsto y había comprometido los bronquios. Le dan la noticia a mi mamá de que iban a tener que extirparme todo el pulmón y mandarlo a Estados Unidos para una biopsia. En plena operación tuvieron que reprogramar todo, sobre todo la anestesia. Mi simple operación se convirtió en una operación de muy alto riesgo, donde hice tres paros cardiorrespiratorios. En uno de ellos tuvieron que bombear mi corazón a mano e hice una baja de presión muy grande por lo que pusieron colchas térmicas en mis piernas. Solo quedaba rezar y esperar. Y sí, los milagros existen: después de varias horas de estar en coma volví en mí, los médicos no podían creer que yo había despertado y así comenzó la otra parte de mi historia.